Por Jorge Bonica Sierra.-
El directorio del Partido Nacional, está culminando una gira por distintas zonas del país, para poder hacer una autocrítica por la derrota electoral pasada.
Me suena más a una excusa de los directivos principales, para evaluar el daño interno que pudo causar a sus caudillitos de todas las partes del país.
Pero todo se centró en la persona de quien fue la candidata de la fórmula presidencial Valeria Ripoll.
Ripoll fue elegida por Delgado, eso es lo que dicen, yo no lo creo, pero lo cierto que Delgado dijo públicamente que fue su responsabilidad y su elección solo con su almohada.
Sin duda que no fue así, aquí hubo muchas personas que participaron de la elección de Ripoll.
Fundamentalmente el ex presidente Lacalle Pou, que no solo dio el visto bueno, sino que fue partícipe de la elección, de la idea.
¿Motivos? Sencillo, se creyeron vivos, pensaron que el efecto sorpresa iba a ser muy bueno.

Que Ripoll iba a traer gente del Frente Amplio por su pasado como comunista. También los genios decía que su capacidad de ser combativa a frontal, iba a redondear una buena fórmula, con un contraste natural con Delgado en ese caso.
No pasó nada de eso, por Ripoll solo atinó a defender a su compañero de fórmula y en cada una de sus alocuciones, reitera que «Álvaro es el mejor candidato», «La experiencia gobernando de Álvaro», «El segundo piso… y la continuidad de un proyecto».
¿Que se esperaba de Ripoll? Que ataque, que ventile muchas cosas de la izquierda, que confronte, que sea políticamente incorrecta. Nada de eso ocurrió, la candidatura de Ripoll perdió la esencia ,isma de su personalidad.

Ahora Ripoll, de vuelta a su «trabajo» en «Esta Boca es Mía» volvió a ser lo que era, tremenda guerrera, sin recular, enfrentando incluso a poderes que parece invencibles.
Por lo tanto, si bien Ripoll no fue lo que realmente es, a nuestro entender, el error garrafal fue Álvaro Delgado. Recordamos que el primero en lanzar su candidatura en una reunión de importantes dirigentes, ocurrió en la ciudad de Trinidad, fue Carmelo Vidalín.
Delgado fue candidato porque durante cinco años desde el poder de su cargo de Secretario de Presidencia, armó una gran estructura nacional, y el retorno a su buen estratégico trabajo político electoral, fue el apoyo mayoritario que recibió.
Fue en Delgado vencido, lento, gordo, aburrido, sin carisma.
El enemigo no fue Orsi, el enemigo fue el contraste con Lacalle Pou. Las comparaciones son odiosas, dice el dicho popular, y en este caso las comparaciones dejaron a Delgado muy pero muy lejos de lo que fue Luis comunicando.
Su rival directo, tampoco fue una aplanadora, se parecían mucho ambos.
Pero también, no hay que menospreciar la enorme militancia del Frente en todo el país, mientras que los principales dirigentes del Partido Nacional, en especial los intendentes, bajaron mucho las revoluciones.
En síntesis, el contraste con Lacalle Pou de Delgado, la falta de militancia y el creer que el esfuerzo era suficiente para ganar, y aflojaron mucho antes la cincha del bagual.
Los gravísimos episodios de Marset y Penadés pesaron y mucho.
Pero Ripoll, no tuvo la culpo.

















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